jueves, 16 de febrero de 2017

¿Por qué lloras, Chiron?



              


Pocas cosas forjan un destino e influyen en la forma en que vivirás tu vida, como el miedo. Cuando te encuentras con esa indeseada visita de pequeño, no puedes imaginártelo aún, pero será tu compañero de viaje para el resto de tu vida.
Podemos encararlo de dos formas distintas, opuestas. Una es intentando librarse de él. Haciendo esas cosas que te provocan temor, enfrentándote a todo y a todos, usando el miedo como si fuese un combustible. Esto te puede convertir en un escalador famoso o en un héroe a tu pesar.
La segunda es adaptándote, haciendo lo que la sociedad espera que hagas, respetando las limitaciones que te imponen. Viviendo la vida que los otros quieren que vivas. Siendo sumiso, convirtiéndote, en suma, en su esclavo.  Ésta es mi favorita, la que mas gente usa. Es la que hace que Chiron, el protagonista de esta estupenda película, viva una vida miserable.
Imagina que a Boyhood (2014) le quitas toda la capa pretenciosa que la lastra, pasas de esa idiotez de usar al mismo actor durante años y reduces su metraje a la mitad. Lo que queda es Moonlight, una pequeña película mucho más interesante y con mucha más capacidad para emocionar. No está libre de fallos, en general todos ellos provenientes de la necesidad de su director, Barry Jenkins, por demostrar que es un director “moderno”. Nos obsequia con escenas a cámara lenta o con otras en que ésta gira a velocidad mareante. Sin embargo, la mayor parte del tiempo, se limita a encuadrar a sus actores en planos largos y dejarlos hacer. Es una gran decisión ya que todos en Moonlight son personas de carne y hueso, estamos en las antípodas de la artificiosidad de “La La Land” o la pedantería de “Un monstruo viene a verme”.

-Chiron: ¿Qué es un marica?
-Juan: Marica es… una palabra usada para humillar a los gays
-Chiron: ¿Yo soy marica?
-Juan: No, no lo eres. Puedes ser gay, pero no tienes que permitir que nadie te llame marica

Seguimos a Chiron en tres momentos de su vida:

1. El niño perseguido por sus compañeros de colegio que tiene que esconderse en una casa abandonada para evitar que lo golpeen. De allí lo rescata Juan, un camello que se convierte en su ángel de la guarda y que le proporciona los únicos momentos de paz de esos años. En su casa las cosas no pintan mejor para el pequeño Chiron, ya que su madre es una drogadicta que pasa de él.

2. El adolescente que sufre continuos abusos por parte de sus compañeros de       clase. Si ser diferente es duro en cualquier entorno, en el de Chiron es casi una condena a ser humillado a diario. En una gran escena rodada de forma muy sobria, tiene su primera experiencia sexual con un amigo que, por un giro del destino, se verá obligado al día siguiente a pegarle delante de los compañeros de clase para demostrar su “hombría”. Esta es la gota que colma el vaso para Chiron.

“En algún momento tienes que decidir por ti mismo quien vas a ser. No puedes dejar que otra persona lo decida por ti”


    
3. El hombre duro en que se ha convertido 10 años después. Un camello hecho a imagen y semejanza de Juan. Este Chiron duro es, sin embargo, el que más lástima nos da. Es un ser que no puede dormir por las noches, que huye del contacto humano, que llora igual que siempre, pero ya a escondidas. Es alguien frágil y vulnerable vistiendo armadura.  En realidad, tan sólo ha tomado la peor de las decisiones, como le recuerda su viejo amigo en un bar, casi al final. Escena estupenda toda ella, rodada con parsimonia, hecha de gestos y miradas. Todo nos lleva a la escena final, de una ternura no desprovista de patetismo. Ponerse una coraza que pare los golpes del exterior parece una idea sensata, sin embargo a la larga, tan sólo sirve para aislarte de las otras personas. Te convierte en un eremita. Pasas de ser un esclavo de los demas, a ser prisionero de ti mismo. Llora si quieres, Chiron. No pasa nada. Llora.




Sale uno del cine con las sensación de haber visto una buena película y dándole vueltas a la pregunta de hasta que punto he dejado que los otros decidieran por mí la vida que debería vivir. De las veces que he reprimido las ganas de llorar, porque se supone que los hombres no hacemos esas cosas.   El miedo, claro está, miedo a no ser aceptado si te sales del camino que te marcan, a ser dado de lado si te sales del rebaño y te conviertes en el raro. El maldito miedo al que por fin aceptamos como compañero, ya que ahí seguirá siempre. No tiene sentido seguir intentando librarse de él.

No sabemos que hará Chiron en el futuro, si aún hay esperanza para cambiar y enderezar el rumbo, pero seguro que sí la hay para mí…y para ti.

No te pierdas Moonlight, ver una película que te haga reflexionar sobre tu vida de esta manera, es cada vez más difícil en esta sociedad infantilizada y políticamente correcta en la que vivimos. No te defraudará.